El Evangelio de Cristo
Tu Presencia… entre el pueblo…
📖 “Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros (Immanu-El: Dios con nosotros).” (Juan 1:14)
Tocaste al impuro sin temor,
abrazaste al marginado en amor.
Donde había muerte, diste vida,
y el infierno retrocedió.
ἔλεος…
Éleos…
Tu misericordia descendió…
Tus milagros no fueron espectáculos,
fueron señales del Reino de Dios.
Como ríos de fuegos invisibles,
tu poder venció al dolor.
📖 “Y extendiendo Jesús la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.” (Mateo 8:3)
📖 “El Espíritu del Señor está sobre mí… me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón.” (Lucas 4:18)
No esperaste ofrendas, ni altar,
descendiste al polvo donde yo estoy.
Tu gloria no brilló desde lejos,
sino que sanó mi dolor.
ἀγάπη…
Agápē…
Amor que lo dio todo por mí…
📖 “El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo.” (Filipenses 2:6-7)
📖 “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros: en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él.” (1 Juan 4:9)
אֵל עִמָּנוּ… ¡Elohim Immanu!
Dios con nosotros, fuego eterno
שכינה… ¡Shekhinah!
Tu presencia es nuestro cielo.
No viniste a mirar desde arriba,
viniste a vivir en mi interior.
Cada milagro, un grito de cielo:
¡Dios camina en medio del dolor!
📖 “He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarán su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.” (Mateo 1:23)
📖 “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Corintios 3:16)
(Narrado)
“Y pondré mi morada entre vosotros,
y yo andaré en medio de vosotros…”
No visitas… habitas.
No observas… actúas.
No juzgas… redimes.
¡Tú eres el Reino en acción!
📖 “Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará. Y andaré entre vosotros, y seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo.” (Levítico 26:11-12)
Lázaro oyó tu voz,
¡y la tumba tembló!
Yo también oigo tu llamado,
y la muerte ya no tiene voz.
δυναμις…
Dýnamis…
Poder del cielo que vive en mí.
El Señor que me sana…
ἔλεος καὶ ἀλήθεια…
Misericordia y verdad…
Viniste por amor,
a romper mi prisión,
¡eres Dios entre nosotros!
¡Eres mi redención!
📖 “Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió.” (Juan 11:43-44)
📖 “El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” (Juan 11:25)
📖 “El mismo Espíritu que levantó a Jesús de los muertos mora en vosotros.” (Romanos 8:11)
Apocalipsis 21:3
Shekhinah… Immanu
Tu gloria entre nosotros…
📖 “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.” (Apocalipsis 21:3)
Desde el principio de los tiempos, el hombre buscó a Dios en templos lejanos, en montes sagrados, en voces de trueno y fuego. Pero un día, el Eterno rompió el silencio… y descendió a nuestro polvo.
Ya no se quedó en el cielo mirando desde lejos —Él vino a caminar con nosotros, a llorar nuestras lágrimas, a tocar nuestras heridas.
Jesús, el rostro visible del Dios invisible, no eligió tronos ni coronas; eligió las calles, los marginados, los enfermos. Tocó lo intocable, amó lo que el mundo despreciaba, y reveló que el cielo no está lejos… está aquí, en medio del dolor.
Tocó al leproso y no retrocedió.
Lloró con los que lloran, comió con los rechazados, y dio esperanza donde solo había ruinas.
Cada paso suyo fue una luz en las tinieblas.
Cada mirada, un perdón que derribaba siglos de distancia.
Jesús —el Hijo— no vino a mostrar un Dios lejano, sino un Dios entre nosotros.
El fuego eterno se hizo humano, y el Reino descendió al corazón del hombre.
El cielo dejó de ser un lugar… para convertirse en una Presencia.
Éleos, la misericordia que toca.
Agápē, el amor que no se cansa.
Dýnamis, el poder que da vida.
Shekhinah, la gloria que habita.
Immanu-El, el Dios que camina a nuestro lado.
Ya no tenemos que mirar arriba para buscarlo:
Él está aquí —en la herida que sana,
en la lágrima que consuela,
en el corazón que vuelve a latir.
Esta alabanza es una reverencia hecha melodía.
Una confesión: el Eterno se quedó.
Un eco del cielo que dice:
“No estás solo… Yo soy Dios que esta contigo.”
Cuando pronunciamos Immanu-El, declaramos que el cielo ya no está distante:
el Dios eterno camina entre nosotros,
su Espíritu mora en nosotros,
y su gloria aún se revela en los corazones rotos.
Esta alabanza es una adoración viva al Dios que se hizo cercano,
al Cristo que no se quedó en la eternidad… sino que eligió quedarse en ti.
Éleos (ἔλεος) – Misericordia. Amor compasivo que se inclina para levantar al caído.
Agápē (ἀγάπη) – Amor perfecto y divino, que da sin esperar, que se entrega sin condición.
Dýnamis (δύναμις) – Poder sobrenatural, fuerza activa de Dios que transforma y resucita.
Shekhinah (שכינה) – Presencia divina que habita. La manifestación visible de la gloria de Dios entre Su pueblo.
Immanu-El (עִמָּנוּ אֵל) – Dios con nosotros. La promesa cumplida de que el Creador habita entre los hombres.