Desde pequeña, la vida fue dura,
Perdí a mi padre cuando aún jugaba…, quedó su ternura.
Sus últimas palabras grabadas en mi piel:
Escuché su voz decir…
“Guía a tus hermanos, hija mía, sé como él.”
Jugaba con sueños, vivía entre sombras,
mamá se marchó, la tristeza se asombra.
📖 “Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada.” (Salmo 68:5)
📖 “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá.” (Salmo 27:10)
Entre extraños servía por pan,
escondía mi llanto tras un delantal.
Joven y sola, belleza en peligro,
pero Tú me cuidaste, fuiste mi abrigo.
Perdí a mi hijo sin oír su voz,
Mi niña llegó con quebranto y dolor.
Cirugías, diagnósticos, noches sin fin…,
y en cada lágrima… ahí estabas Tú por mí.
📖 “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” (Salmo 23:4)
📖 “Echa sobre Jehová tu carga, y Él te sustentará.” (Salmo 55:22)
📖 “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos.” (Apocalipsis 21:4)
Nunca estuve sola, aunque el mundo dolía,
cuando todo faltaba, Tu amor me seguía.
Tus manos me alzaban cuando el alma caía,
mi refugio eterno… Fuiste Tú cada día.
¡Nunca estuve sola, Tú fuiste mi guía!
📖 “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:20)
📖 “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.” (Salmo 46:1)
Tomé el camino, sin visa ni mapa,
dejé mi pasado, mi casa y mi capa.
Lo desconocido me esperaba, fue prueba y temor,
pero aún allí sentí Tu favor.
Un país nuevo me abrió puertas pequeñas,
Trabajé, luché, sin perder la esperanza.
Traje a mi hija, la cuidé sin cesar,
y aunque mis fuerzas faltaban… Tú me hiciste andar.
📖 “¿No te he mandado que te esfuerces y seas valiente? No temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.” (Josué 1:9)
📖 “Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.” (Salmo 121:8)
Cansada del todo, llegó un nuevo amor,
una niña sana, regalo del Señor.
Una familia nacía entre lucha y oración,
como flores brotando en el corazón.
Hoy mis huesos se quiebran, mi cuerpo se cansa,
pero mi fe permanece, ¡Tú eres mi esperanza!
📖 “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre.” (Salmo 127:3)
📖 “Aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.” (2 Corintios 4:16)
📖 “El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer.” (Romanos 15:13)
Isaías 46 vive en mi interior:
“Yo te sostengo, yo soy tu Señor.”
En mis harapos, me cubriste de honor,
en mis cadenas, me diste perdón.
¡Tu fidelidad venció el dolor!
¡Toda mi historia proclama tu amor!
📖 “Aun hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré.” (Isaías 46:4)
📖 “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.” (1 Corintios 1:9)
Nunca estuve sola, lo sé en mi aflicción,
mi historia es testigo de Tu redención.
Aunque mis pasos se vuelvan lentos hoy,
Tu promesa sigue en pie… ¡Tú siempre, mi Dios!
¡Nunca estuve sola… fuiste siempre mi Dios!
📖 “Nunca te dejaré ni te desampararé.” (Hebreos 13:5)
📖 “El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” (Filipenses 1:6)
🌟 Presentación
Esta canción nace de una historia real, marcada por el dolor pero transformada por la gracia. Es el relato de una mujer que, desde la infancia, conoció el sufrimiento: la pérdida del padre, el abandono de la madre, una niñez quebrantada y una juventud marcada por humillaciones y peligros. Y, sin embargo, en cada lágrima, Dios estaba allí.
Su camino ha sido un entrelazado de heridas y esperanza:
Huérfana y frágil, pero custodiada por el amor del Padre (Salmo 68:5).
Joven madre que vio a la muerte arrebatarle a su hijo, y a la enfermedad marcar la vida de su niña, pero sostenida por la promesa: “Bástate mi gracia” (2 Corintios 12:9).
Mujer migrante, sola y extranjera en tierra lejana, que encontró fuerza en las palabras: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso” (Éxodo 33:14).
Corazón herido por relaciones rotas, y sin embargo levantada por un Dios que no abandona y que renueva con Su amor (Isaías 43:1).
Con los años conoció nuevas pruebas: la enfermedad en el cuerpo, la fragilidad de los huesos, el cansancio de los días. Pero también aquí su fe proclama: “Dios es la roca de mi corazón y mi porción para siempre” (Salmo 73:26).
Hoy su historia es un testimonio viviente que resplandece a través de esta alabanza:
👉 Nunca estuvo sola.
En cada caída, Dios la levantó.
En cada pérdida, Dios fue su herencia.
En cada noche oscura, Su luz nunca se apagó.
“Nunca Estuve Sola” no es solo un canto personal, sino una invitación universal: recordarnos que el amor de Dios es más fuerte que cualquier abandono, y que quien tiene a Dios en su corazón… no carece de nada (Hebreos 13:5).